Jesús oraba - Luis Bravo

Luis Bravo
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Jesús oraba - Luis Bravo  

La oración es una de las prácticas más importantes y fundamentales de la vida cristiana, pues nos permite comunicarnos con Dios, expresarle nuestra adoración, gratitud, confesión, petición e intercesión. La oración también nos ayuda a crecer en nuestra relación con Dios, a conocer su voluntad y a recibir su bendición, guía y protección.

Pero ¿cómo debemos orar? ¿Qué principios y modelos podemos seguir para orar de manera efectiva y agradable a Dios? La respuesta la encontramos en la persona y la enseñanza de Jesús, nuestro Señor y Salvador, quien fue el ejemplo perfecto de oración y nos dejó valiosas lecciones sobre este tema.

En este artículo, veremos algunos aspectos de la oración de Jesús y cómo podemos aplicarlos a nuestra propia oración.



La frecuencia de la oración de Jesús

Jesús oraba con frecuencia y constancia, sin importar las circunstancias que enfrentaba. La Biblia nos relata que Jesús oraba en diferentes momentos del día y de la noche, en ocasiones especiales y en la cotidianidad, en público y en privado, en soledad y en compañía.

Por ejemplo, Jesús oraba:

  • Al amanecer, antes de comenzar su ministerio público (Mr. 1:35).
  • Al atardecer, después de un día de trabajo y servicio (Mt. 14:23).
  • Toda la noche, antes de escoger a sus doce discípulos (Lc. 6:12).
  • En el monte, cuando se transfiguró delante de Pedro, Santiago y Juan (Lc. 9:28-29).
  • En el huerto de Getsemaní, antes de ser entregado y crucificado (Mt. 26:36-46).
  • En la cruz, cuando sufrió y murió por nuestros pecados (Lc. 23:34, 46).

La frecuencia de la oración de Jesús nos muestra su dependencia y comunión con el Padre, así como su obediencia y confianza en su voluntad. Jesús nos enseña que debemos orar sin cesar (1 Ts. 5:17), en todo tiempo y lugar, con perseverancia y fe (Lc. 18:1-8).

El contenido de la oración de Jesús

Jesús oraba con sinceridad y profundidad, expresando su corazón y su mente al Padre, sin usar vanas repeticiones ni palabras vacías. La Biblia nos revela que Jesús oraba con diferentes propósitos y actitudes, según la ocasión y la necesidad.

Por ejemplo, Jesús oraba:

  • Con alabanza, glorificando al Padre por su grandeza y sus obras (Mt. 11:25-26).
  • Con acción de gracias, agradeciendo al Padre por sus dones y su provisión (Jn. 6:11; 11:41).
  • Con súplica, pidiendo al Padre por sus necesidades y las de los demás (Jn. 17; Lc. 22:31-32).
  • Con intercesión, abogando al Padre por sus discípulos y su iglesia (Jn. 17:9-26; Lc. 23:34).
  • Con confesión, reconociendo al Padre su condición y su misión (Jn. 12:27-28; 17:1-5).
  • Con rendición, sometiéndose al Padre y a su plan (Mt. 26:39, 42; Lc. 23:46).

El contenido de la oración de Jesús nos muestra su amor y reverencia al Padre, así como su compasión y solidaridad con los demás. Jesús nos enseña que debemos orar con humildad y honestidad, expresando nuestros sentimientos y pensamientos al Padre, sin ocultar nada ni fingir nada (Mt. 6:5-8).

El modelo de la oración de Jesús

Jesús oraba con autoridad y eficacia, usando el nombre del Padre y haciendo su voluntad. La Biblia nos indica que Jesús oraba con el poder del Espíritu Santo y con la certeza de ser escuchado y respondido por el Padre (Jn. 11:41-42; 14:13-14).

Jesús también nos dejó un modelo de oración, conocido como el Padre Nuestro, que resume los elementos esenciales y el orden adecuado de una oración cristiana (Mt. 6:9-13; Lc. 11:2-4).

Este modelo de oración se puede dividir en dos partes: la primera se enfoca en el Padre y su reino, y la segunda se enfoca en nosotros y nuestras necesidades.

La primera parte contiene tres peticiones:

  • Santificado sea tu nombre: Reconocemos la santidad y la majestad de Dios, y le expresamos nuestra adoración y nuestro deseo de honrarle con nuestra vida.
  • Venga tu reino: Aceptamos el señorío y el gobierno de Dios, y le expresamos nuestra sumisión y nuestro deseo de colaborar con su obra en el mundo.
  • Hágase tu voluntad: Conocemos la bondad y la sabiduría de Dios, y le expresamos nuestra obediencia y nuestro deseo de cumplir su propósito en nuestra vida.

La segunda parte contiene cuatro peticiones:

  • El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy: Dependemos de la generosidad y la provisión de Dios, y le pedimos nuestra sustento y nuestro bienestar material y espiritual.
  • Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores: Reconocemos la gracia y el perdón de Dios, y le pedimos nuestra restauración y nuestra reconciliación con él y con los demás.
  • Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal: Confiamos en la fidelidad y la protección de Dios, y le pedimos nuestra fortaleza y nuestra liberación de las pruebas y los ataques del enemigo.
  • Porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos: Afirmamos la soberanía y la victoria de Dios, y le damos nuestra alabanza y nuestra esperanza en su triunfo final.

El modelo de la oración de Jesús nos muestra su relación y su misión con el Padre, así como su interés y su cuidado por nosotros. Jesús nos enseña que debemos orar con el nombre del Padre y con el Espíritu Santo, buscando su gloria y su reino, y confiando en su amor y su poder (Jn. 14:26; 16:23-24).

Conclusión

La oración es una de las formas más privilegiadas y bendecidas de acercarnos a Dios y experimentar su presencia y su acción en nuestra vida. Jesús, nuestro Señor y Salvador, fue el ejemplo perfecto de oración y nos dejó valiosas lecciones sobre este tema.

Siguiendo su ejemplo, su enseñanza y su modelo, podemos orar de manera frecuente, sincera, autorizada y eficaz, y así disfrutar de una comunión más íntima y fructífera con Dios y con los demás.

Que el Señor nos ayude a orar como él oró, y a hacer de la oración una prioridad y un placer en nuestra vida cristiana. Amén. 

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