Fortalezas Mentales - Andrés Corson
Algo que tiene un gran efecto sobre lo que hacemos son las fortalezas mentales, estas son:
Pensamientos conscientes o inconscientes: lo que hemos enterrado en el subconsciente fruto de las malas experiencias que hemos vivido: faltantes, traumas, abusos físicos, verbales o sexuales, abandono, divorcio, infidelidad, traición. Esas experiencias traen como resultado resentimiento, temor, inseguridades, complejos, malicia, desconfianza, guiones en la mente, votos internos.
Una fortaleza mental también es formada cuando le creemos mentiras al diablo acerca de Dios, de nosotros mismos o de otros.
El campo de batalla del enemigo es nuestra mente. Si él logra tomar control de nuestra mente va a poder controlar todo nuestro ser. Esto es algo que muchos cristianos ignoran y sin darse cuenta permiten que el enemigo ponga pensamientos en su mente y los haga creer que son sus pensamientos o incluso los de Dios. Pero, ¿qué vamos a hacer con esos pensamientos?
Lo primero es identificarlas y conocer en dónde o cómo se originaron:
Nuestra mente fue afectada por el medio en el cual fuimos criados. Las conductas aprendidas en casa crearon fortalezas mentales.
Muchas fortalezas mentales fueron formadas porque tendemos a generalizar. Otras fortalezas fueron formadas por malas experiencias.
Las amarguras y los resentimientos son fortalezas mentales.
Las fortalezas son argumentos en contra de Dios, en contra de otros o en contra de nosotros mismos.
Nuestros temores son fortalezas en la mente.
Muchas de nuestras perspectivas son fortalezas mentales.
La depresión es una fortaleza mental.
El hambre también es una fortaleza mental.
Otras fortalezas o mentiras que creemos:
Mi vida es una desgracia, ¿para qué vivir?
El matrimonio es una desgracia.
Las fortalezas mentales se derriban reconociéndolas, renovando la mente con la Palabra de Dios y llevando esos pensamientos cautivos para que se sometan a Dios.
Dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Romanos 12:2
Tenemos que matar esa voz en nuestra mente, tenemos que sacar de nuestra mente esas palabras que nos tienen derribados, tenemos que destruir la influencia del negativismo en nuestra vida, tenemos que dejar de oír la voz del enemigo y tenemos que empezar a oír la voz de Dios.