Oh SEÑOR, tú me has escudriñado y conocido.
Tú conoces mi sentarme y mi levantarme; desde lejos comprendes mis pensamientos.
Tú escudriñas mi senda y mi descanso, y conoces bien todos mis caminos.
Aun antes de que haya palabra en mi boca, he aquí, oh SEÑOR, tú ya la sabes toda.
Por detrás y por delante me has cercado, y tu mano pusiste sobre mí.
Tal conocimiento es demasiado maravilloso para mí; es muy elevado, no lo puedo alcanzar. ¿Adónde me iré de tu Espíritu, o adónde huiré de tu presencia?
Sal 139:7
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