Cuando María llegó adonde estaba Jesús, al verle, se arrojó entonces a sus pies, diciéndole: Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.
Y cuando Jesús la vio llorando, y a los judíos que vinieron con ella llorando también, se conmovió profundamente en el espíritu, y se entristeció,
y dijo: ¿Dónde lo pusisteis? Le dijeron*: Señor, ven y ve.
Jesús lloró.
Por eso los judíos decían: Mirad, cómo lo amaba.
Juan 11:32-36.
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